Zacatecas
Zacatecas, Mexico
propuesta conceptual terminada, nunca construído
2000
11,342.54 m2
8,925.00 m2
Consorcio Aristos SA de CV
Socio (Alejandro Villarreal), Socio invitado (Alfredo Acle)
El proyecto se ubica en la ciudad de Zacatecas, al oeste de la ciudad, en la cima del llamado Cerro de la Soledad, dentro del actual predio donde reside el actual Hotel Aristos.
El proyecto consiste en desarrollar una serie de villas que complementen los servicios que ofrece el hotel. Es así como se cuenta con 71 villas, con tres modelos diferentes: la primera es una pequeña torre de 4 niveles, con una suite de 80 m2 por cada nivel, la segunda es una unidad unifamiliar con 210 m2 y la tercera también unifamiliar con 240 m2.
Las villas se acoplan a la topografía del terreno, generando una serie de cuerpos que se insertaran en el cerro para esconderse, para aislarse y no restarle importancia al Hotel, pero que al mismo tiempo se levantarán para disfrutar de las maravillosas vistas que ofrece la ciudad.
El proyecto retoma tres elementos de gran fuerza local que marcaron el concepto del proyecto: el primero fue la belleza espacial de la piedra carvada en las fachadas de las iglesias coloniales. El segundo fue el manto de tierra que cubre la región: tierra roja, viva, con sangre corriendo. El tercero fue la Talavero, lo impactante de su brillo, la imposición de su riqueza compositiva y el contraste de su apariencia con la aridez de la tierra que la formó. Es así como se buscó carvar las villas del propio cerro, proponiendo volúmenes que nacen y se hacen de la tierra, que se carvan y se esconden en el cerro; cubrir el terreno y las villas con un manto rojo y térreo, un manto que cubre y proteje; y crear volúmenes talavéricos que hablaran de la luminosidad y el brillo, de su conexión con la tierra y de su desmaterialización y fusión con el cielo.
Las villas están planteadas como elementos que generan una composición heterogénea, creando un conjunto rico por sus diferencias, que habla no solo de la composición salpicada y heterogénea de sus ocupantes, sino de la misma variedad visible en todos los cerros de la ciudad.
Se decidió que las villas estuvieran separadas unas de otras, obedeciendo a un sentimiento de territorialidad, logrando mayor privacidad entre ellas y permitiendo un juego más rico en la disposición del programa arquitectónico.
Haciendo una analogía con las iglesias coloniales, donde el exterior era tratado con elementos térreos y opacos, resistentes a la intemperie y el interior era refrescante, colorido y angelical; las circulaciones vehiculares y el exterior de las villas se trata de tal manera que dejen un sabor árido y térreo, utilizando materiales que requieran poca necesidad de mantenimiento, y el interior se maneja para mantener una serie de acabados austeros pero frescos, con luz, amplitud y presencia de plantas y elementos vegetales.
VILLA 1
Está diseñada para contener lo que denominamos los “depa-suites”, es decir, un espacio que pueda funcionar para albergar por unas cuantas semanas a un cliente que venga de visita a la ciudad, o bien, para ser habitado permanentemente por parejas de recién casados o de familias pequeñas que residan en la ciudad.
VILLA 2 Y VILLA 3
Están diseñadas para albergar por unas cuantas semanas a una familia que venga de visita a la ciudad, o bien, para ser habitadas permanentemente por familias que residan en la ciudad. Las dos villas tienen una tipología casi idéntica, en lo único que difieren es en la cantidad de m2 construidos.
El espacio principal es un volumen talavérico, que alberga el llamado “Espacio del Ser”. Este espacio se encuentra en el segundo nivel y es un espacio libre y flexible diseñado para que cada familia pueda “ser” lo que es, pudiendo ser adecuado a las preferencias de cada familia.
Estos volúmenes, al igual que el penthouse de la Villa 1, podrán ser de dos tipos: uno con una tendencia vertical (con doble altura) y otro con una tendencia horizontal (con dos patios internos laterales). La alternancia de los volúmenes es aleatoria y pretende crear una serie de cúpulas ortogonales forradas de talavera blanquiazul, que remitan el brillo y la luminosidad de la plata, que hablen de las cúpulas de las iglesias y catedrales coloniales, que dialoguen con la blancura de las edificaciones de la ciudad, con el color blanco del edificio del Hotel Aristos y que busquen fundirse con lo blanco de las nubes y el azul intenso del cielo zacatecano.